¿Qué podemos aprender de los científicos? por Amalio Rey

Este es un post publicado por Amalio Rey. 

En este señala su asistencia a una conferencia en la ciudad de Boston, organizado por el MIT sobre inteligencia colectiva. Y se pregunta que pueden aprender las personas orientadas a la gestión organizacional de los científicos. Aquí se muestra su reflexión.




1. Los científicos no dan nada por sentado. Gestionan el conocimiento en base a evidencias (o sea, datos fiables), algo que yo echo en falta en la mayoría de las empresas e instituciones que conozco. A uno le choca verlos dedicando recursos a probar hipótesis que parecen obvias, pero se aprende mucho de ese sano escepticismo.

2. Los científicos conciben modelos que, por teóricos, parecen demasiado limitados. Nos puede parecer desde fuera que, con perdón, son “pajas mentales” (y desde luego, algunos lo son) pero si observas con atención y sigues con curiosidad su lógica, te das cuenta que les sirven para inspirarse. Esos modelos tienen demasiadas constantes y por eso puede que no sean replicables en la realidad, pero no se trata de eso, no buscan eso. Son espacios para explorar hipótesis y restricciones, además de especular en el mejor sentido de la palabra. Ese pensamiento abstracto llega a ser tan refinado, que los hace más capaces de comprender la complejidad, algo que también brilla por su ausencia en las empresas.

3. Los científicos sienten (y practican) un enorme respeto por el crecimiento gradual e incremental. Reconocen que el camino hacia el conocimiento se desbroza a base de pequeños pasos y contribuciones de mucha gente. Que la ciencia es demasiado compleja para jugar al pelotazo. Los buenos investigadores gestionan una agenda a largo plazo, y saben que la paciencia es una virtud que la ciencia premia. Los veo poniendo sus ladrillos diminutos con entusiasmo, sin complejos, porque sus pequeños avances son reconocidos. En las empresas (y los gobiernos) pasa todo lo contrario, y el tipo de directivo que sale en las portadas de las revistas persigue otra cosa.

4. Los científicos tienen visión “bifocal”, en el sentido de que no sólo fijan la atención en los resultados sino también en el proceso utilizado. Por ejemplo, una ponencia de las que he escuchado hoy puede ser relevante, incluso extraordinaria, no por el resultado o la tesis que demuestra, sino por el método original que siguió el investigador o la investigadora para recoger los datos y/o tratarlos. El tema en cuestión puede no interesarles, pero se fijan en el método, y lo extrapolan a su dominio. Lo siento, pero yo no veo muchos empresarios (ni consultores) que sepan pensar así.

5. Los (buenos) científicos piensan, y actúan, bajo la premisa de que (casi) todo está conectado. Hoy he constatado eso con creces. Se han tratado temas muy diversos en la Conferencia y en los posters, pero he visto a investigadores desvelar conexiones super originales. No hay fronteras, y la clave está en superar el paradigma de la hiper-especialización. Vale, quizás el terreno en que me muevo, el de la Inteligencia Colectiva, es tan transversal que está habilidad se da más aquí que en otros campos; pero me consta que la ciencia moderna es cada vez más multidisciplinar, una vocación que también echo mucho en falta en las organizaciones.

6. Los científicos construyen sobre la base de otros y para que eso funcione, un principio esencial es el reconocimiento de las fuentes. Me ha gustado ver hoy la cantidad de diapositivas en las que se citaban a los autores originales, con un respeto extremo. Ves que en realidad se trata de un puzzle, o que unos se suben a los hombros de otros para llegar a la altura necesaria (ver punto-3). Reconocer las piezas del puzzle es relevante porque para que la ciencia siga siendo generosa y abierta, hay que visibilizar a los contribuyentes. Por gratitud y por justicia. Mientras que eso ocurre en la (buena) ciencia, el mundo de las organizaciones que yo conozco es una jungla, donde chupar cámara y dar el codazo para dejarte fuera de la foto es la práctica más común.

7. Los científicos de raza son humildes. A más extraordinarios, más sobrios y modestos. Hoy he visto a unos peazos de investigadores que ya quisiéramos muchos de nosotros tener esos curriculum. Son el top de algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, pero ahí los veías charlando con naturalidad, reconociendo las imperfecciones de sus investigaciones y mezclándose con el vulgo sin ningún complejo: ¿Conoces tú a muchos empresarios o consultores-gurú que sean así? Yo, desde luego, no.

8. Los científicos piensan, y se expresan, usando el pensamiento estadístico, que es su lengua franca. Esto me parece especialmente importante, y por eso lo he dejado para el final. La ciencia es, sobre todo, estadística, porque necesita de ésta para aportar veracidad a la investigación empírica. Siempre he sostenido que la cultura estadística tiene un valor extraordinario en las empresas, la política o cualquier ámbito sujeto al riesgo potencial de la manipulación. Tiene bastante que ver con el punto 1 de esta lista. Si queremos más “gestión basada en la evidencia” (como yo defiendo), vamos a tener que aprender de los científicos y del buen uso que hacen de la estadística.



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