LOS REQUISITOS POLÍTICOS DE UNA REFORMA ESTRUCTURAL EXITOSA.

Roger Douglas. El Nacional. 27-3-1990. A/8

Los políticos creen en casi todas partes que las acciones necesarias para remediar desequilibrios estructurales en la economía deben ser evitadas a toda costa, ya que significan un suicidio político. Por eso, tal como se demuestra en estudios realizados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OECD), en ocho de cada diez casos en la década pasada, las reformas se posponen hasta que los desequilibrios hacen que colapse la moneda, o cause otros costosos desastres económicos y sociales. Es en estos momentos cuando el gobierno que evita tomar estas acciones oportunas es normalmente depuesto, y un nuevo partido es elegido para llevar a cabo reformas que podrían (y deberían) haber sido emprendidas años antes.
La idea de que los gobiernos pueden retener el poder al rehusarse a efectuar oportunamente cambios necesarios y las reformas estructurales es, de hecho, una tontería. Esta actitud es la que lleva  inevitablemente a la pérdida de poder de los gobernantes que son suficientemente necios como para creerlo. Por el contrario, son las decisiones de calidad las que fortalecen la economía y mejoran la opinión a mediano plazo del público votante, que son, como sabemos, los factores clave para cualquier partido político con esperanzas de reelección.
            Estás conclusiones están respaldadas por nuestra experiencia en Nueva Zelandia, donde se han emprendido una gran variedad de reformas estructurales de la economía en cinco años y medio, desde que el actual gobierno asumiera el poder en 1984. Siempre que se instrumentan políticas bien fundamentadas, mantenidas a mediano plazo y sin desviarse del curso trazado, las encuestas demuestran que el gobierno continúa gozando de la aprobación del público votante. Por otra parte, cuando nuestras políticas disminuyen, por compromisos políticos, el énfasis en la coherencia necesaria, entonces se tendrán problemas con la opinión pública.
            Instrumentar decisiones de calidad también permite obtener una profunda visión sobre la naturaleza del consenso político. La mayoría de los gobiernos creen que deben contar con un apoyo casi de total consenso para las reformas antes de promulgarlas, ya que de otra forma sus proponentes no tendrían respaldo a la hora de ir a elecciones. El resultado inevitable de esta actitud son políticas mediatizadas por los compromisos y por lo tanto poco eficaces.
            Nuestra experiencia en Nueva Zelanda demuestra que el consenso se desarrolla progresivamente, después de la toma de decisiones y que éstas vayan, poco a poco, produciendo resultados satisfactorios al público.
            ¿Cuáles serían entonces los principios sobre los que se sostienen las bases de una reforma política estructural exitosa, además, por supuesto, de que las decisiones sean de buena calidad? De la experiencia de Nueva Zelanda se pueden derivar diez leyes fundamentales para la elaboración de políticas que creen el ambiente necesario para sustentar los esfuerzos de sana reforma estructural:
Para instrumentar políticas de calidad se necesitan personas de calidad. Esto fue políticamente  evidentemente en Nueva Zelanda en el calibre de los nuevos candidatos del Partido Laboral atraídos en las elecciones de 1978, 1981 y 1984. Sin políticos preparados para abordar temas complejos, y el valor para adoptar políticas que lograran los resultados necesarios, el programa de reforma del gobierno se hubiera detenido. La calidad de los candidatos políticos es un problema mundial. La política es un desastre ya que demasiadas personas con educación, visión y coraje se contentan con criticar desde las gradas sin atreverse a participar. Mientras continúe esta situación esperaremos en vano por buenos gobiernos en los países democráticos. La importancia de contar con funcionarios calificados fue también evidente en nuestra reforma del sector público. Adecuando las estructuras institucionales y dando incentivos apropiados se puede mejorar mucho y rápidamente el desempeño de muchos funcionarios que veían limitada su capacidad de aporte por esquemas antiguos e ineficientes. Pero más esencial fue el reemplazo de las personas que no podían o no querían adaptarse al nuevo ambiente. Esto se aplicó en el sector privado igualmente. La desregulación ha forzado a una mejora dramática en la calidad de los negocios y en la gerencia de las empresas.
Una vez se definan los objetivos claramente, instrumente la reforma en impulsos decisivos. Si usted avanza un paso a la vez, los grupos que defienden intereses particulares específicos (sindicatos, empresarios, regiones, etc.), tendrán tiempo para movilizarse y organizarse para retrasar o bloquear las reformas. Agrupar las reformas en grandes conjuntos integrales de decisiones o paquetes no es un truco, sino una fórmula de eficiencia política. La economía opera como un todo orgánico e interconectado, no como una colección de cosas y piezas sueltas. Cuando la reforma se instrumenta en paquetes, las interacciones del sistema pueden ser utilizadas para que cada acción efectivamente mejore cualquier otra medida. Los grandes paquetes, proveen la flexibilidad que garantiza que las pérdidas sufridas por algún grupo específico sean compensadas por ganancias del mismo grupo en alguna otra área. El público tolerara más el costo a corto plazo si los costos y beneficios son compartidos por la comunidad entera.
La velocidad es esencial. Es imposible ir demasiado rápido. El programa tomara varios años para instrumentarse, aun a la máxima velocidad. Los costos aparecen inmediatamente, mientras que los beneficios tangibles toman tiempo para volverse visibles. Si se avanza lentamente, el consenso que sostiene la reforma puede colapsar antes de que los resultados sean evidentes, y cuando el gobierno aun esta en mitad del programa. Las aparentes solicitudes de grupos interesados en un ritmo más pausado siempre terminan siendo, en un análisis más profundo, producto del resentimiento de que el gobierno no se mueva lo suficientemente rápido como para eliminar privilegios y concesiones excepcionales aun disfrutados por otros grupos de interés. Los privilegios imponen costos sobre todos los demás. Es la incertidumbre, no la velocidad, lo que hace peligrar los programas de reforma estructural.
Una vez se cree el impulso, no lo pierda hasta que haya completado el programa. Los oponentes encuentran que un blanco veloz es más difícil de acertar, y usted tendrá muchos oponentes si está eliminando privilegios y protecciones. Mantenerse a la vanguardia del proceso permite al gobierno dirigir el debate público. Eliminar privilegios sin ningún tipo de distinciones reduce las oportunidades de oposición por grupos interesados, y les ofrece un papel más constructivo en una sociedad mejor.
Consistencia más credibilidad equivale a confianza económica. Mantener la credibilidad es esencial para poder conservar la confianza pública en la reforma estructural, y al mismo tiempo minimizar los costos. La clave de la credibilidad es la consistencia de las políticas y la comunicación. Si el gobierno carece de credibilidad, la gente se resistirá a cambiar de actitud para adaptarse a las nuevas políticas y así incurrir en costos adicionales a la economía que se hubieran podido evitar. Velocidad, impulso, evitar decisiones ad-hoc, y una firme adherencia a los objetivos de mediano plazo, son cruciales en el establecimiento de la credibilidad del gobierno.
Deje que el perro vea al conejo. Las personas no pueden cooperar con el proceso de reforma a menos que sepan a donde se dirige. Siempre que sea posible, informe sus objetivos e intenciones por adelantado. Si los programas se instrumentaran por etapas, comience por publicar la agenda. Los analistas, empresarios y profesionales, comprenden la importancia de la toma de decisiones de calidad y los beneficios de las políticas a mediano plazo. Gradualmente el aumento de la buena voluntad por parte de los analistas hacia los programas, se convierte en un factor importante para la creación de un clima favorable en la opinión pública.
Nunca caiga en la trampa de subestimar al público. Una reforma estructural exitosa no será posible hasta que usted confíe, respete e informe a los electores. Dígale al público, y nunca deje de decirles: cuál es el problema y cómo surgió. El daño que causa a sus propios intereses, cuáles son sus objetivos, cómo piensa lograr esos objetivos, cuáles serán los costos y beneficios de esas medidas, por qué su enfoque resultara mejor que las demás opciones, si es que las hay. Las personas pueden no comprender todos los detalles técnicos, pero tienen toda una vida de experiencias para extraer la información relevante. Ellos saben cuándo se evaden las preguntas claves. Ellos respetan las respuestas honestas a sus preguntas, y saben cuáles son los políticos que les devolverán al pasado.
No pestañee. La confianza pública descansa en su compostura. Durante los últimos cinco años, los ministros del gobierno de Nueva Zelanda han anunciado algunas de las decisiones más radicales sobre reformas estructurales en los últimos cincuenta años. La reforma estructural exige un cambio sustancial en las ideas y actitudes con las cuales la mayoría de las personas han crecido y vivido. Estas exigencias causan, inevitablemente, incomodidad e inseguridad. Las personas se vuelven hipersensibles a cualquier señal de similar ansiedad en los políticos responsables de estas reformas. Cuando ellos no pueden entender el argumento, basan sus juicios en su valoración sobre la  condición del estado mental y emocional del dirigente. Esa es otra razón por la cual conviene tomar decisiones de la mejor calidad. Cuando usted sabe que está haciendo lo correcto, eso se desborda con toda claridad a través de la pantalla del televisor.
Más incentivos, más alternativas, menos monopolios, ponga claro lo fundamental. Una economía enferma no se puede regular para sanearla. Desde 1917 el concepto de economías dirigidas ha venido siendo probado de distintas maneras, casi hasta su agotamiento. El gobierno se convirtió en el interés creado más opresivo. El papel de los gobiernos de hoy es el de crear un ambiente que amplíe las oportunidades de las personas para escoger, mejorar los incentivos de la actividad productiva, y ver cómo se pueden garantizar que las ganancias beneficien a la sociedad como un todo. La abolición de privilegios es la esencia del paquete de todo paquete de medidas de corte estructuralista. Cuando sea posible use su programa de reformas para devolver el poder al pueblo.
Cuando sea extrema la presión de sus colegas y los intereses creados para abandonar políticas a mediano plazo y aceptar un compromiso ad-hoc, pregúntese: ¿por qué estoy metido en la política? Ningún partido se mantiene en el poder para siempre. Tarde o temprano somos removidos. Esta es la realidad de la vida en una democracia. Bien podríamos utilizar el tiempo que nos queda para hacer algo que valga la pena. Las reformas estructurales genuinas, llevadas a cabo sin compromisos, generan mayores ganancias y oportunidades.


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