Richard Feynman: su primera charla técnica
Richard Feynman |
Richard
Feynman (premio Nobel de física y declarado deficiente mental por el ejército
de los EEUU), relataba un día esta bonita historia.
Cuando era licenciado trabajaba como ayudante de investigación con el profesor Wheeler (el físico que acuñó el término “agujero negro”), y juntos habíamos elaborado una cierta teoría que, en aquella época, era aparentemente interesante. Así que el profesor Wigner (premio Nobel de física en 1963), que era quien organizaba los seminarios, sugirió que diéramos uno sobre ello y el profesor Wheeler dijo que puesto que yo era joven y no había dado uno antes, sería una buena oportunidad de hacerlo.
Empecé a prepararlo. Entonces vino Wigner y me dijo que pensaba que el trabajo era suficientemente importante y por ello había invitado al profesor Pauli, que era un gran profesor de física que procedía de Zurich; al profesor Von Neumann, el mayor matemático del mundo; a Henri Norris Russell, el famóso astrónomo, y a Albert Einstein, que vivía por allí cerca. Me debí quedar absolutamente pálido porque me dijo: “Ahora no te pongas nervioso, no te preocupes por ello. Si el profesor Russell se queda dormido, no te sientas mal, porque él siempre se queda dormido en las conferencias. Cuando el profesor Pauli mueva la cabeza mientras tú hablas, no te animes, es que tiene parálisis”, y así sucesivamente. Pero yo seguía preocupado y me prometió que él respondería a todas las preguntas. Yo sólo tenía que dar la conferencia.
Cuando era licenciado trabajaba como ayudante de investigación con el profesor Wheeler (el físico que acuñó el término “agujero negro”), y juntos habíamos elaborado una cierta teoría que, en aquella época, era aparentemente interesante. Así que el profesor Wigner (premio Nobel de física en 1963), que era quien organizaba los seminarios, sugirió que diéramos uno sobre ello y el profesor Wheeler dijo que puesto que yo era joven y no había dado uno antes, sería una buena oportunidad de hacerlo.
Empecé a prepararlo. Entonces vino Wigner y me dijo que pensaba que el trabajo era suficientemente importante y por ello había invitado al profesor Pauli, que era un gran profesor de física que procedía de Zurich; al profesor Von Neumann, el mayor matemático del mundo; a Henri Norris Russell, el famóso astrónomo, y a Albert Einstein, que vivía por allí cerca. Me debí quedar absolutamente pálido porque me dijo: “Ahora no te pongas nervioso, no te preocupes por ello. Si el profesor Russell se queda dormido, no te sientas mal, porque él siempre se queda dormido en las conferencias. Cuando el profesor Pauli mueva la cabeza mientras tú hablas, no te animes, es que tiene parálisis”, y así sucesivamente. Pero yo seguía preocupado y me prometió que él respondería a todas las preguntas. Yo sólo tenía que dar la conferencia.
Recuerdo mi entrada. Era como atravesar el fuego. Había escrito todas las ecuaciones en la pizarra, así que la pizarra estaba llena de ecuaciones. A la gente no le gusta tantas ecuaciones, prefieren entender las ideas. Recuerdo que me levanté para hablar con aquellos grandes hombres entre la audiencia: era aterrador. Aún puedo ver mis propias manos cuando sacaba los papeles del sobre donde los llevaba. Temblaban.
Pero en cuanto cogí el papel y empecé a hablar me sucedió algo que me ha ocurrido desde entonces y es maravilloso. Si estoy hablando de física, amo el tema, y sólo pienso en ello. No me preocupa dónde estoy; no me preocupo por nada. Y todo fue muy fácil. Simplemente expliqué todo el asunto lo mejor que pude.
Al finalizar, el profesor Pauli que estaba sentado al lado del profesor Einstein, se puso en pie. Dijo: “Yo no creo que esta teoría pueda ser correcta debido a esto, a esto otro y aquello” y así sucesivamente, “¿no está de acuerdo conmigo, profesor Einstein?”. Einstein dijo: “No-o-o-o”, y ése fue el no más bonito que he oído nunca.
Fuente:
“Está Ud. de broma, Sr. Feynman?” Richard P. Feynman
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