El sentido de la oportunidad
Armando Reyes. Especial
Automotriz Panorama 29-7-1995, p. 24-25.
Lee
Iacocca se abrió camino en un espectacular ascenso profesional en la Ford Motor
Company donde llego a ser su presidente. Luego de ser despedido asumió con
valentía la dirección de la Chrysler a quien salvó milagrosamente de la
quiebra. Su experiencia para gerenciar en tiempos calmados y turbulentos lo ha
convertido en un hábil y exitoso hombre de negocios. Uno se pregunta qué sintió
realmente Lee Iaccoca, el ingeniero que lanzó al mercado el famoso deportivo
Ford Mustang e hizo generar cambios y ganancias millonarias a la Ford Motor
Company, cuando Henry Ford lo despidió de la presidencia de la empresa,
precisamente el día de su cumpleaños. Me veía capaz de soportar el daño causado
estrictamente a mi persona, pero aquella humillación intencionada de cara al público
resultaba superior a mis fuerzas. Estaba lleno de ira y no tenía más que una
lección: encauzarla contra mí mismo, con las previsibles y calamitosas
consecuencias, o hacer uso de esta energía y aplicarla a una empresa
constructiva”.
A
Lee Iaccoca se le atribuye también el mérito de haber salvado de la quiebra a
la Chrysler cuando esta pasaba por el peor momento de su historia. Él es un
mito de la gerencia automotriz en Estados Unidos, un empresario sin
contemplaciones, que va directo al grano, un personaje siempre noticia al que
muchos lo han querido ver en la Casa Blanca como presidente. Empezó en la Ford
Motor Company desde abajo hasta llegar a la presidencia de la empresa.
Una
feroz pelea por el poder - actitud despótica de Henry Ford, según él - lo saca
del juego ocho años después y a pesar de su injustificado despido mantuvo la
serenidad y en pocos días se encargó de la dirección de la tercera empresa
automotriz de Detroit donde libró batallas dignas de una película sobre la vida
del empresario automovilístico Preston Tucker. “Hay momentos en la vida de una
persona en que se logra levantar algo constructivamente en medio de la
adversidad; hay veces en que las cosas se le ponen a uno tan mal que te ves
obligado a agarrar el destino por el cuello y zarandearlo. Estoy convencido que
fue aquella visita mañanera al depósito de coches de la Ford lo que me indujo a
aceptar la presidencia de la Chrysler un par de semanas más tarde.
Todas
estas experiencias las escribió en su libro “Iaccoca, autobiografía de un
triunfador”, ediciones Grijalbo, donde se revela como símbolo del sueño
norteamericano, que supo a la Chrysler. gerenciar, en buenos tiempos, el
mercado automotriz de la Ford y, en peores circunstancias situaciones
distintas. Tiempos de vacas gordas y tiempos de vacas flacas. Sus consejos de
hombres de negocios son oportunos y están vigentes aunque nos ubiquemos en un
contexto económico diferente.
Valores familiares
El
recuerda las lecciones y enseñanzas dadas por sus padres Nicolás y Antoinette
de Iaccoca y como estos valores les sirvieron más adelante para triunfar en su
carrera profesional y personal. “Para mi padre la recesión económica - 1931 -
constituyó un choque difícilmente asimilable. Fue más de lo que podía soportar.
Después de años de lucha había logrado finalmente reunir bastante dinero pero
de la noche a la mañana sus ganancias se esfumaron”. Para Iaccoca es un orgullo relatar y compartir lo que
pensaba su padre acerca de la administración. Él nos instaba a no gastar nunca más
dinero del que ganábamos. Consideraba que los préstamos o créditos bancarios
eran traicioneros. En la familia nunca se nos permitió sacar una tarjeta de
crédito o cargar una factura a cuenta.”
Lee
dice que cuando las cosas se ponían mal, su padre les daba ánimos a todos. Cualquiera fuesen las adversidades, allí
estaba él para apoyarnos. Era un filósofo que se sacaba de la manga toda suerte
de dichos y frases acuñadas sobre las contrariedades de la vida. Una de sus
cantinelas favoritas era que la vida tenía su lado bueno y su lado, y que el
ser humano tiene que adaptarse a su porción de malos tragos.
Tienes
que aceptar la existencia y todas las penas que traiga consigo, me decía cuando
yo estaba decepcionado por una mala nota o por cualquier contratiempo. Nunca
sabrás lo que es la dicha si no tienes un punto de referencia para establecer
comparaciones... Piensa que lo que hoy te parece tan grave, a lo mejor no tiene
tanta importancia como eso. Déjalo correr y piensa que mañana será otro día. En
épocas difíciles mi padre era el optimista de la casa.
Espera
y veras, me decía en los momentos de desánimo. Ten la seguridad de que volverá
a lucir el sol, siempre es lo mismo. Muchos años después, cuando pugnaba por
salvar a la Chrysler de la bancarrota eché en falta sus palabras de aliento de
mi padre y me decía a mí mismo: ¿dónde está el sol?. Nunca permitió que ninguno
de nosotros se dejara llevar por la desesperación financiera y debo confesar
que en 1981 hubo más de un momento cuando estuve a punto de arrojar la toalla.
Si mantuve entonces mi entereza fue porque recordé su lema favorito: ahora todo
cobra un mal cariz, pero veras como también pasa.
Iaccoca
señala que su padre era bastante exigente y que no aceptaba ni malos tratos ni
desgano laboral de nadie. Era un hombre que iba derecho al asunto y me parece
que yo he heredado este rasgo.
Su primer trabajo
En
agosto de 1946 empezó a trabajar para la Ford en calidad de Ingeniero en prácticas,
después se cansó de la mecánica. No era lo suyo, quería trabajar en ventas.
Luego fue contratado para un trabajo administrativo en la sección de ventas al
mayor (flotillas) “No resultaba un trabajo fácil. Yo era entonces un joven
tímido y torpe. /Cada vez que tenía que ponerme al teléfono me ponía a temblar.
El arte de vender
El
aprendió a vender, esto le gustaba aunque no estuviese formado para ello. En
los cursos de oratoria descubrió que tenía un potencial oculto para persuadir a
los demás con un buen discurso y decir las cosas directamente sin divagaciones.
Sus consejos al respecto son pertinentes.
Aprender
el arte de las ventas lleva tiempo y esfuerzo. Es preciso practicar una y otra
vez el modelo de personaje hasta que se convierte en una especie de segunda
personalidad. En la actualidad no todos los jóvenes quieren entender eso. Ven a
un empresario que tienen éxito en los negocios y no se paran a pensar en la
cantidad de errores que seguramente cometió en su etapa de aprendizaje, cuando
también era joven. Equivocarse forma parte de la vida cotidiana y es imposible
incurrir en errores de vez en cuando. Solo cabe esperar que no tengan
consecuencias desmesuradas y que uno no repita dos veces la misma equivocación.
A
medida que fue involucrándose en el mercado automotriz y escalando posiciones,
Lee comprendió que los concesionarios son claves para la venta. El asegura que
siendo directivo de la Ford se esmeró en atenderlos. Si uno quiere tener éxito
en esta actividad comercial es preciso trabajar formando equipo, y esto
significa que la sede central de la firma y sus agentes de venta autorizados
tienen que militar en el mismo bando. Por desgracia muchos directivos del
sector del automóvil no acaban de asimilar este concepto. A los 36 años - 1960 - Lee era director general de la
división Ford.
El buen
empresario
Iacocca
afirma que si tuviese que resumir en una palabra las cualidades que
caracterizan al buen empresario, el las reduciría al término “resolución”. Uno
tiene que aglutinar todo el cumulo de información, fijar un calendario y
actuar. Y con ello no quiere decir que deba procederse alocadamente.
A
decir verdad - explica - mi forma de gerenciar la empresa ha sido siempre
bastante tradicional y precavida. Si decido correr un riesgo, lo hago después
de comprobar que las pruebas y los estudios de mercado apoyan mis intuiciones.
Este es el secreto de la vida: el sentido de la oportunidad, el timing
correcto. ¿Hay que esperar resultados para tomar decisiones? Según él es
importante asumir algunos riesgos aun cuando reconoce que la formula no está al
alcance de todo el mundo. Piensa que hay personas que son incapaces de salir de
la casa sin el paraguas, aunque luzca un sol radiante.
Por
desgracia, la coyuntura del mercado no siempre espera a que usted termine de
prever las pérdidas. En ocasiones, no le queda más alternativas que correr el
riesgo... y corregir los errores durante la marcha. Más adelante agrega que la
clave de una gestión acertada no es la información, sino la gente, los
colaboradores. Confiesa que las personas que el busca para promocionarlas a los
cargos de mayor responsabilidad son los individuos entusiastas y diligentes,
hombres que hagan más de lo que se espera de ellos, o que por lo menos lo
intenten.
El golpe del despido
Por
razones estrictamente personales Henry Ford lo destituye el 15 de octubre de
1978, día de su cumpleaños. Fue un duro golpe para él, quien había triunfado
con el lanzamiento del Mustang y había generado ganancias por más de 1800
millones de dólares a la empresa. Sobre este episodio comenta Iacocca: después
del primer impacto que me produjo el despido, empecé a reflexionar sobre lo que
me había sucedido entre Henry y yo. En algunos aspectos, poco importa ser el
director de la empresa o el conserje. Que te echen a la calle sigue siendo un
golpe difícil de encajar, y en seguida te preguntas donde erraste o que hiciste
mal.
Apenas
fue botado de la Ford, fue solicitado por la Chrysler quien, para el momento de
su incorporación, 2 de noviembre de 1978, anunciaba que las pérdidas del tercer
trimestre se elevaban a casi 160 millones de dólares, el déficit más grave en
la historia de la compañía. Cuando se
posesiono como director se dio cuenta que la administración de la Chrysler era
un verdadero desastre. Cualquiera no asume esta responsabilidad en una empresa
en condiciones tan precarias, ¿por despecho, acaso?, ¿para demostrar a Ford lo
valioso que era? Iacocca tuvo que apelar a sus conocimientos de largos años en
la Ford para reflotar a la empresa con la aplicación de un conjunto de audaces
medidas. Con este triunfo logro notoriedad como hábil negociador.
Hoy el
“guru”, el llamado padre del Mustang, el inmigrante que genero ganancias millonarias
a la Ford o el hombre que salvo a la Chrysler está jubilado, disfrutando de su
pensión y apoyando a Kerkorian con su aporte de 50 millones de dólares para la
compra de la Chrysler.
Mano
dura en la Chrysler_______________________________________
¿Cómo
gerenció Iacocca, con su ánimo por el suelo, la inminente quiebra de la
Chrysler? El ejecuto las siguientes medidas:
·
Reubicó a personal en área
donde pudieran rendir más y a otros los despidió por incompetentes.
·
Estableció que los
departamentos tuvieran comunicación entre si y que los directores efectuasen
reuniones periódicas.
·
Implanto eficientes técnicas
de gestión y operatividad comercial
·
Estableció un sistema global
de controles financieros
·
Hizo que los concesionarios se
responsabilizaran por los pedidos de automóviles “porque ustedes son nuestros
únicos clientes”
·
Optó por vender los
automóviles a las agencias de alquiler y que estas se deshicieran luego de las
unidades usadas
·
Formo un buen equipo con
excolaboradores de la Ford
·
Organizo cursos de venta para
los concesionarios porque para tratar con los clientes hay que complacerlos,
proporcionarles información y tener conocimientos, tiempo y paciencia.
·
Ordeno mejorar los productos
para estar al mismo nivel de los vehículos japoneses y para ello creo un
departamento de control de calidad.
·
Cambio las dos agencias de
publicidad por una especializada en mercadeo y comercialización
·
Implanto con éxito el plan
promocional. Compre uno de nuestros coches, lléveselo y si dentro de 30 días no
está satisfecho por cualquier motivo, tráigalo y le devolvemos su dinero.
·
Ejecuto un plan de austeridad
reduciendo gastos, se desprendió de empresas filiales, aun cuando fueran
rentables, para concentrarse en la fabricación de vehículos.
·
Solicito un crédito millonario
al gobierno norteamericano en medio de una férrea oposición política en el
congreso y una reticencia bancaria hasta que finalmente obtuvo lo que quería y
salvo a la empresa de la quiebra.
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